El Parque de Ben
EL PARQUE DE BEN
PEQUEÑO CUENTO DEDICADO A LOS PERROS ABANDONADOS
Este pequeño cuento está dedicado a esos grandes seres indefensos que no han tenido la enorme suerte de haber disfrutado de momentos felices junto a una familia. Quiero también reflejar en este relato la grandeza del hombre y, por desgracia, su capacidad de cometer errores.
Aquella tarde fría, típica del mes de diciembre, Clara y su hermano Rubén jugaban con otros niños cerca de casa, en un pequeño parque lleno de columpios, toboganes y un montón de chavales inquietos llenos de alegría.
Debajo de un banco Clara encontró un maravilloso tesoro. La más hermosa expresión de ternura que os podáis imaginar se reflejó en su rostro. Llamó a todos los niños, y Rubén, el más decidido del grupo, lo cogió entre sus brazos. Era un precioso cachorrillo mestizo, pues es la raza más propicia para ser abandonada; su mirada era de suplica ante el temor de que le hicieran más daño. El cachorro no sabía que Rubén estaba dispuesto a protegerle de todo.
Los niños sabían que en casa no debían entrar animales, pero estaban dispuestos a llevar uno y cambio renunciar a sus regalos de Navidad. La primera impresión del padre al ver en casa a los niños con un animal fue de rechazo. A regañadientes, terminó cediendo. Eso sí, con la condición de que ellos serían los responsables de cuidar al perrito. Los hermanos, locos de alegría, asumieron todas las responsabilidades: cuidar, limpiar y dar de comer a Ben. Y… ¿es que hay mejor regalo de Navidad que un ser dotado de la sensibilidad y la inteligencia de un perro?
Pasados unos meses Ben había crecido y un bello manto de pelo denso le cubría. Sus huesos crecían fuertes, lo que indicaba que, sin duda alguna, se convertiría muy pronto en un inmenso perro. A menudo seguía a Clara en bicicleta y era el mejor portero que tenían los amigos de Rubén. Ben era ahora un perro alegre y divertido al que nunca le gustaba estar solo.
Un buen día Ben se dio cuenta de que en casa las discusiones acerca de él eran cada vez más animadas, pero no llegaba a captar su sentido. ¿Qué ocurría? Todo estaba muy agitado últimamente. La familia irá de vacaciones y hay un problema que nadie se ha planteado antes: el destino de Ben, que habrá que resolver de algún modo. Aunque siempre haya solución, nadie conocerá la opinión del perro.
A este simpático cachorro le esperaba un triste destino, diferente al que él hubiera esperado. De ser un compañero bueno y fiel pasó a ser una carga pesada y molesta, que era mejor olvidar en una perdida carretera.
Los niños, aterrados ante la cruel idea de abandonar a su perro, se negaban rotundamente a marchar de vacaciones. El padre, que al parecer era gran enemigo de las residencias caninas, convencido de ser el dueño absoluto del mundo y de estar por encima de todo, obligó finalmente a los niños a abandonar a Ben, porque, según argumentó el padre de Rubén y Clara, el perro tenía “derecho” a ser libre; pudiendo así correr en libertad, ladrar cuando quisiera, hacer sus necesidades donde le apeteciera, alimentarse a cualquier hora… De esta manera Ben sabría respetar las leyes de las sabia Naturaleza.
Al igual que sus pequeños amigos, el perro no podía hacer nada que hiciera cambiar de opinión al insensible amo. Así, Ben se encontraba ahora deambulando trastornado y sin encontrar una explicación lógica a los motivos de su abandono.
Ante todo, y lejos de pensar en que ya no volvería a ver a sus amigos, los buscaba incesantemente entre los coches que pasaban por la carretera. Su ansiedad era tal que un día fue atropellado por un vehículo, provocando un espantoso accidente de tráfico.
Ben, malherido, buscaba una casa. Sólo quería que alguien le diera una mínima muestra de afecto y cariño, a los cuales estaba tan acostumbrado. Como mucho se le abrirían las puertas de algún refugio donde, gracias a la misericordia de almas caritativas, tendría un plato de comida y podría ser atendido. Pero nuestro amigo no nació para tener suerte; debería caminar sin rumbo y sobrevivir a las leyes de la Naturaleza.
Ha pasado el tiempo. Las hojas sobre el suelo anuncian la llegada del otoño. A lo lejos, a la luz de la luna, se observa la silueta de un pobre “chucho” medio cojo y más muerto que vivo. Sí, ese es Ben, el que una vez fue el precioso cachorrillo de Rubén y Clara.
Se encuentra tan cansado y abatido que se aproxima hasta un pequeño parque lleno de columpios y toboganes. Tumbándose bajo un banco, cierra los ojos y empieza a soñar. Un profundo gemido rompe el silencio de la noche, y con una pequeña lágrima Ben se despide de esta maldita vida.
Dedicado también a todas aquellas personas que comparten su vida con cualquier especie animal.
Cristina Arjona para la revista El Mundo del Perro. 1993© Todos los Derechos Reservados.(Revisión e intervención de Ángel Luis Arjona)